domingo, 6 de mayo de 2018

La Visibilidad como antídoto contra la LGTBIfobia



Esta entrada pertenece a la charla-coloquio que tuvimos en Cartagena como parte de los actos realizados por el Día de la Visibilidad Lésbica.

La heteronormatividad es un sistema de opresión con muchas caras.
Hay que distinguir entre la opción "heterosexual" y la "heteronormatividad".  Lo primera es eso, una opción, tan válida como cualquier otra.  Lo segundo es un conjunto de estereotipos, normativas, mandatos culturales y sociales, prejuicios y encasillamientos sobre lo correcto y lo incorrecto, todo un régimen social y político que impone una manera de ser y de estar en el mundo a hombres y mujeres, que define sus sexualidades y sus roles.
 
Sobre las mujeres lesbianas esta opresión se ha ejercido por un lado desde la negación de la existencia lésbica: las mujeres lesbianas directamente no existíamos, porque la capacidad sexual de la mujer ha sido negada hasta hace bien poco. La sexualidad giraba en torno al hombre, nosotras sólo éramos simples receptoras pasivas e incubadoras a través de las cuales perpetuar la especie; por supuesto, la sexualidad sin pene no podía existir. Esto ya nos puso culturalmente en una posición de negación absoluta. Y por otro lado, una vez que es admitida la mujer la sexualidad de la mujer, su derecho al placer, su capacidad para el deseo…, llega el mazo de la normalidad: “sí, tienes deseo propio, pero ha de estar dirigido hacia un hombre”, lo que se sale de ahí es enfermo.

Esta opresión nos introduce, en el mejor de los casos directamente en “la nada”. O nos introduce dentro de un espacio “ilegal”, incorrecto, que nos obliga a permanecer o a estar "saliendo del armario" cada día. La presunción de heterosexualidad no contempla tu identidad, una identidad que hay que estar reivindicando constantemente. En los casos donde la apariencia “hace sospechar”, se genera un silencio incómodo en donde cualquier conversación que toca temas como las relaciones de pareja queda en el aire…, como a la espera de confirmación… Ese silencio se vive desde la vergüenza…, el miedo…, la culpa… Sí, soy rara…, soy lesbiana, no estoy dentro de los parámetros socialmente establecidos sobre cómo debe ser mi sexualidad y mis relaciones de pareja. 

Las lesbianas hemos tratado de pasar desapercibidas para protegernos. Hemos mentido, engañado, disimulado sobre nuestra sexualidad. Hemos ocultado esa parte de nuestra vida que configura algo tan fundamental como es nuestra orientación sexual y afectiva en el plano de la pareja, porque se trataba de algo malo, obsceno, oscuro, enfermo, pecaminoso… 

Con la valentía de muchas mujeres que en las últimas décadas han luchado por su derecho a ser persona, y la evolución social que han traído esas reivindicaciones y luchas (muchas veces a costa de soportar infinidad de insultos, desprecios, etc…) hemos conseguido que el lesbianismo socialmente esté aceptado y más o menos sea respetado, pero sigue siendo una rareza, algo que traspasa la frontera de lo normal, de lo conocido y asumido, sigue siendo algo completamente desconocido para la inmensa mayoría. No aparece en las manifestaciones artísticas (literatura, pintura, cine…), salvo como rareza… Lo normal sigue siendo ser heterosexual. 

Soy heterosexual hasta que demuestro lo contrario…

Así que la visibilidad sigue siendo una amenaza para muchas mujeres lesbianas que se van a exponer, sí o sí, a un juicio, ya sea más o menos benévolo o más o menos dañino: “Eres lesbiana, como si hubieras nacido con tres brazos y tres piernas o dos cabezas. “Bueno, no pasa nada, te aceptamos…”, te dicen algunos. O bien, “Oh! Qué horror, estás fuera de las leyes humanas y divinas.”

Estamos aún muy lejos de que la orientación sexual sea una anécdota más de la vida, un rasgo cualquiera de la persona como unos ojos claros u oscuros, un pelo rubio o moreno, un color de piel blanco o negro, un carácter introvertido o extrovertido, o una nacionalidad cualquiera. Lejos de ser algo que a priori no conoces de la persona y por lo tanto no defines o das por hecho sin antes conocerla. 

Por todo ello, para miles de personas la heteronormatividad es un maltrato. 

Esa amenaza de juicio, esa espera inevitable sobre qué opinión generará el hecho de visibilizar tu orientación sexual, si serás aceptada o no, si provocará desprecio o respeto, si aparecerán todos los prejuicios históricos sobre el “ser lesbiana”, que son muchos y casi ninguno bueno…, lleva a muchas mujeres a permanecer aún en la invisibilidad. Y para comprender por qué es necesaria la visibilidad es necesario hablar del impacto de la invisibilidad. 

¿Qué ocurre en nuestras vidas, en nuestra persona, en nuestras emociones, en nuestro desarrollo cuando decidimos que es mejor que nuestro lesbianismo permanezca oculto, cuando decidimos que no es necesario mostrar con naturalidad esa parte de nuestra vida en la que mantenemos una relación de pareja? Pues sencillamente es tan grave como que…, la invisibilidad mata. Mata la autoestima, mata tus relaciones, y mata tu vida poco a poco. 

Ocultar al mundo, a nuestros padres, a nuestros hermanos y hermanas, a las amistades , a las compañeras y compañeros de trabajo, algo tan importante como es lo que ocurre en ese área de tu vida, es completamente destructivo. Somos seres sociales…, nos alimentamos también de nuestras diversas afectividades. Una relación sana, sea cual sea el vínculo (padre, madre, hemana, amiga, abuela, y hasta vecina), exige transparencia. Si yo miento, si no me muestro tal cual soy, no puedo mantener un vínculo sano con nadie. 

Y esa insalubridad social me lleva a destruir mi autoestima. Me quieren porque me estoy ocultando. Miento, luego soy despreciable. Soy despreciable, tengo una tara, por eso miento. Es completamente destructivo. Me empequeñezco ante el mundo, y ante mí misma, llevo en mí la creencia de que hay algo oscuro en mi persona, algo reprochable, algo inaceptable. Me alimento con la vergüenza y con la culpa. Esto solo puede llevarnos al sufrimiento. Un sufrimiento gratuito, pero por el que pagamos un precio muy caro. 

¿Cómo encaras tus relaciones de pareja desde la invisiblidad…? 

“Es mi amiga…, es mi prima……..” ¿Cómo puedes proyectar hacia el futuro una relación de pareja que no puedes definir como pareja ante el mundo….? ¿Y si tu pareja te niega como tal? 

Una relación así está abocada al fracaso. Y a más sufrimiento. Y a más empequeñecimiento… 

Y no menos importante, ¿Qué pasa cuando tu autoestima está tan tocada por la creencia de que hay algo oscuro en ti, de que no tienes derecho a ser una persona aceptable con una relación de pareja aceptable, y cuando tus relaciones en general están limitadas por esa falta de transparencia? Esto es una bomba de relojería…

Afirmamos tajantemente, que no es posible tener una autoestima saludable ocultándole al mundo quién eres, cómo vives y con quién te relacionas. 

Y todas sabemos a estas alturas que la falta de autoestima genera relaciones conflictivas, y a su vez esas relaciones conflictivas, generan más fracaso, y más dolor…, y alimentan una ya de por sí autoestima deficiente…

Terminas siendo una heroína si sobrevives a este círculo vicioso…

A pesar de haber evolucionado en derechos y libertades, aún hoy ser lesbiana sigue siendo un problema para muchas mujeres, y para muchas adolescentes: familias que desprecian las relaciones no heteronormativas, creencias religiosas que alimentan ese desprecio, maestros, compañeros y compañeras de instituto o de trabajo, amistades… Aún existe toda una cultura de heterosexualidad obligada. 

¿Cuál es el antídoto a todo este disparate que se viene reproduciendo una generación tras otra? : La Visibilidad. No hay otro. Visibilizar el lesbianismo, hasta que esté completamente normalizado. Hasta que a ninguna mujer le suponga una traba en su vida. Hasta que no quede un ápice de vergüenza, de miedo o de culpa en ninguna mujer al decir “Soy lesbiana”. Porque la orientación sexual es un derecho humano, y a quien no le guste que se lo haga mirar… 

Y nosotras defendemos que hay que ser políticamente activas, visibilizando el lesbianismo, visibilizando quiénes somos, porque hubo mujeres que antes de nosotras arriesgaron su vida por ello, y porque otras mujeres vienen detrás y no merecen vivir empequeñecidas por la opresión que ejerce sobre nosotras la heteronormatividad obligatoria y todos los locos prejuicios que sobre la sexualidad se han construido en torno a ésta. 

Porque no queremos tener que estar saliendo de los armarios en los que ésta nos introduce cada vez que niega nuestra existencia o nuestra dignidad. 

Es una elección propia, una elección valiente. Una elección entre vivir escondida y vivir en libertad. Ante esta elección muchas veces creemos que se pone en juego la aceptación de los demás, y esto provoca temor. Pero desde el escondite, guardamos la creencia interna de que nos rechazarán, y esta creencia nos destruye.

Tenemos que empezar por creer que no hay nada erróneo en nosotras, y continuar por creer que quien nos quiere nos acepta tal y como somos. Y quien no nos acepta, no nos quiere. Por lo tanto, cuanto antes lo sepamos mejor: para alejarte, como un ejercicio de amor propio. 

No siempre es fácil la visibilidad, hay circunstancias en las que quizá no tienes más remedio que callar: si te van a despedir, si tu familia te va a rechazar… Ciertamente, hay gente que realmente no respeta ni acepta la homosexualidad y quizá no tienes más remedio que protegerte y callarte. Lo que sí puedes hacer es cambiar el foco del juicio que haces ante este hecho, y en vez de juzgarte a ti misma, y creer que algo erróneo en ti, puedes empezar a creer que hay algo erróneo en el otro, que lo que está enfermo no es ser homosexual o lesbiana, lo que es enfermo es la lgtbifobia. Esta es una idea que hay que tener muy clara. 

Y cualquiera que sea la circunstancia en la que necesitas protegerte, hay que buscar la salida, y tratar de rodearse de personas con las que puedes ser tú misma, y nombrarte, y sentirte libre para mostrarte con naturalidad. 

La Visibilidad no es exhibicionismo, como algunas personas piensan. Se trata por un lado de alimentar ese necesario amor propio. Y por otro, y no menos importante, es un acto político, una lucha por los Derechos Humanos. Igual que luchamos contra el racismo, contra la pobreza, contra el machismo, contra las guerras, contra todo tipo de abuso. Recordemos que la heteronormatividad que nos juzga y nos oculta es un abuso y un maltrato y que sin embargo hemos vivido como una ley naturalizada que ha distorsionado por completo la percepción sobre nosotras mismas, haciéndonos creer que hay algo oscuro, algo malo, algo ilegal en nuestra persona. Rebelarse contra este carácter abusivo y violento del sistema que ha actuado sobre nosotras de manera tan perniciosa, es visibilizarse: Ser, Existir, Nombrarse: “Soy Lesbiana, y qué!” . Y quererse, y sentirse orgullosa de ser quienes somos. 

Así que la VISIBILIDAD tiene una doble función: nuestro amor propio, y nuestro amor a una sociedad más justa: tenemos que visibilizarnos para CURAR a la sociedad de la LGTBIfobia. Es la única manera de normalizar otras realidades humanas, las nuestras. La única manera de ir conquistando más espacios de libertad. Para nosotras y para todas las demás. Es la única manera de sanar nuestra relación con nosotras mismas, nuestras relaciones con los demás, y por lo tanto, nuestra manera de estar en el mundo. 




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